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¿Como pegarla en el Under?

Cultura emergente, mainstream, contracultura y otras reflexiones en torno a la industria cultural 

· Cultura,Política

Por Mariposa Trash.

 

¿Hace meses que venís dándole rosca a la misma pregunta sin encontrar respuesta? ¿Tu banda suena igual a todas las demás y estás buscando una idea interesante que te diferencie del resto? ¿Escribís poesía, sos bardera y querés componer textos con mayor impacto? ¿O quizá estás queriendo redactar una justificación teórica para tu muestra audiovisual contemporánea pero no sabés de qué agarrarte? En cualquiera de los casos, si estás buscando una estructura para pensar tu producción artística este artículo es para vos. 

Después de años de varietes aburridas, recitales, birras, pizzas y muchas reflexiones alcohólicas con linyeras filosóficos de san telmo, con músicos, con estrellitas under y no tan under, con escritores y también, con fans de bandas, groupies y consumidores seriales de eventos de poesía, he llegado a esta conclusión: el arte funciona (tiene efecto) cuando está conectado, de manera consciente o inconsciente a una verdad histórica. Cuando logra decir algo que el otro, el receptor, de alguna u otra forma estaba percibiendo o sintiendo. La forma y el tipo de verdad histórica, junto al contexto en el que la obra circula, pueden llevar al artista a ser un artista mainstream, emergente o contracultural. A grandes rasgos hay tres rutas en la industria cultural que te pueden llevar a destinos muy distintos. ¿No entendés a qué carajo me refiero con todo esto? No seas ansiosa y seguí leyendo.
No vas a encontrar acá la fórmula para “pegarla”. El título de la nota era puro humo, sorry not sorry (porque “pegarla” depende más de cuantos contactos y plata tengas que de tu producto artístico). Pero si vas a encontrar tres caminos sobre los cuales pensar tu obra y tu rol como artista. Herramientas para sobrellevar cada uno de los tipos de viaje que estos caminos implican. De ultima, si además de tener un buen obra conocés a gente pesada en la industria y tenés habilidad para las roscas; quizá esta info te sirva para saber cómo venderle tu arte a alguna productora, discográfica, editorial, multinacional, grupo macroeconómico, al diablo o a quien quieras.

Me gusta pensar en el arte como un juego de posiciones, donde cada artista ocupa un rol y unas coordenadas específicas que le permiten acceder a ciertos efectos y oportunidades a la vez que les niega la posibilidad de otros movimientos y estrategias. Algo fundamental, y no solo para el desarrollo artístico, sino para la vida, es saber dónde estás parado, siempre. Saber cual es tu posición te permite actuar acorde a las posibilidades que tenés y también te da la viveza de armar estrategias para cambiar de posición. Para hallar y construir (o al menos intentarlo) un lugar en la estructura que te sea más cómodo o favorable. Existir es constantemente tomar decisiones y toda decisión está enmarcada en un contexto, en un “sistema” (un objeto complejo cuyas partes o componentes se relacionan con al menos alguna de las demás partes) donde las posibilidades son siempre un juego de limitaciones que te permiten acceder a posibilidades específicas.

Teniendo en cuenta estas definiciones vamos al tema del artículo: la cultura, el arte y como en el sistema delimitado por la industria cultural (en el cual estamos inevitablemente metides les artistas) nuestras posiciones se pueden clasificar según la innovación. Esta vara sirve para clasificar a los artistas en tres categorías, según que tanto rompan con los códigos estéticos y morales del momento. Esto no es un juicio de valor, solo un análisis. Las tres posiciones son parte del desarrollo histórico de la cultura y engranajes necesarios para la industria. En productos culturales bien logrados, las tres son de alguna forma expresiones culturales del contexto histórico. Y las tres tienen sus características y métodos para lograr la conexión con esa verdad histórica.

Antes de seguir, hay dos aclaraciones que quiero hacer.

Primero, por más que no te guste pensarte en términos industriales, por muy anticapitalista que seas, tenés que entender que toda producción cultural está ligada a un contexto de producción general, en este caso capitalista. Hay formas alternativas, si, pero una forma alternativa no es una forma superadora. Porque afuera de tu comuna hippie el mundo sigue siendo igual de hostil y desigual. Está bien tener buenas intenciones y querer hacer un arte “revolucionario” pero las guitarras son guitarras y los fusiles son fusiles. Todo proceso realmente transformador necesita sus himnos y símbolos, pero una revolución no se hace solo con himnos y símbolos. El arte puede servir para difundir ideas, concientizar o hacer del mundo un lugar más habitable y sano para mucha gente (cosa no menor) pero no hay revolución sin cambios estructurales en la redistribución real de la riqueza y el poder. Con poemas no te podes defender de un rati en una manifestacion, de un nazi, de un violador o de las politicas de ajuste de cualquier gobierno.


Por otro lado, cuando hablo de “verdad histórica” no piensen en algo que está fuera de ustedes, sino en algo que son ustedes y también es el resto. Encontrar la verdad histórica es encontrar tu verdad, atreverse a emprender el camino del autoconocimiento, profundizar tus obsesiones, pasiones y tener el valor de mostrar lo que encontraste. Lo que te encontró. Pasar horas escribiendo o tocando la guitarra y ver que sucede. Al fin y al cabo lo que te pasa a vos, lo que sentís, ya lo sintió alguien antes y alguien lo está sintiendo en este preciso momento. Por eso mismo todes tenemos algo para decir. Se trata de encontrar el “cómo” que más se adapte a tu forma de ser. También recordá que cuando te subís a un escenario alguien decidió, en el mejor de los casos, pagar para escucharte hablar, cantar o tocar la guitarra. Si lo que llevas al escenario no es relevante ni para vos, ¿por qué lo sería para el resto? Si no creés en lo que estás haciendo ¿por qué debería creerte yo? No flashees, en este antro nadie te debe nada. Y si queres que a tus shows vengan otras personas mas allá de tu grupo de amigos, tenes que estar segura de que lo que decis es importante y verdadero. Así sea mover el orto con un reggaeton. Eso también es importante.


Volvamos a los tres tipos de artistas según la innovación. Primero está el artista que hace exactamente lo que está de moda, y que solo se destaca si logra hacer a la perfección lo que el público pide. Si logra "mejorar" la moda. Suelen variar de estilo según la época y muchas veces no les va bien a no ser que manejen muchos contactos en la movida. Es un tema de tiempos, si lográs entrar con un buen producto al mercado justo antes de que esa moda pase de emergente a mainstream, la hiciste. Sino, fuiste. Si te ponés a hacer indie o trap ahora, a no ser que seas amiga de Catriel o del productor de Santiago Motorizado, no te va a ir bien. Aunque ojo, si te gustan las modas que hay, siempre podés incorporar elementos de la contracultura o de culturas más subterráneas a esa estética mainstream. Esta actitud es la que define a los artistas “emergentes”. Pero vamos de a uno. Otra opción es hacer lo que está de moda e insistir. Seguir y que te bardeen por hacer algo desactualizado, hasta que esa moda reflote. Si es que se da el ciclo y la vieja moda vuelve a emerger.

En fin, si querés pertenecer al mainstream pensá cómo podés mejorar lo existente, la tendencia, como enriquecerla y profundizarla. Y de paso andá consiguiendo contactos porque nadie entra así como así a esos entornos. Y si ya sos un artista consagrado que no quiere perder su estatus fijate que estéticas están reflotando por ahí o pegandola en el exterior y buscá cómo incorporarlas sin perder tu identidad. Es hacer la gran Charly Garcia. Estaba de moda el folk: hizo Sui Generis. Se puso de moda el rock progresivo: hizo la Máquina de Hacer Pájaros y Seru Giran. Se puso de moda la new wave : hizo Clics Modernos. Y todo conservando rasgos más o menos característicos de su identidad. Si ponés un disco de Charly, te guste o no, podés reconocer por su sonido que es un disco de Charly. Por más que haya pasado por distintas modas según la época. Más que venderse acomodarse. Aunque algo de venderse hay. Sobre todo si es forzado y esa moda realmente no te interesa. En ese caso, mejor ni lo intentes. Esas cosas se notan.

En el otro extremo están los artistas que hacen algo diametralmente opuesto a la línea estética y moral bajada por la industria. Si a estos les va bien cambian los valores morales y estéticos de la época. No sin polémicas, ya que justamente al no ser productos tan asimilables cuando se asimilan algo cambia. O se hacen más digeribles y se convierten en artistas emergentes o crean su nicho, su subcultura con valores morales distintos a los que se manejan en la superficie, en el mainstream, fuera de la norma (aunque condicionada por esta misma). Las contraculturas son un ejemplo de esto.

Hay que diferenciar acá la contracultura de la cultura underground. Si bien la contracultura nace casi siempre en el underground, el underground no siempre es contracultural. En el under caen todos los exiliados del mainstream. Buenos artistas caídos en decadencia, escritores con poemas que parecen del siglo 19, bandas tributo y todos los que no tenemos la habilidad y las “amistades” necesarias para estar en otro lado. Salvo contadas excepciones nadie “decide” estar en la escena underground tocando para menos de 100 personas con un sonidista que te caga y teniendo que pelearla para que te den una consumición que casi siempre equivale a un vaso de birra.

¿Cuál es la fórmula de la contracultura? ¿Por qué es relevante lo que hacen cuarenta personas en un sótano de villa crespo, constitución o microcentro un sábado a la medianoche? Porque siempre algo de lo nuevo se gesta en estos lugares. La industria necesita de la contracultura para renovarse, para buscar en su opuesto lo que va a salvarla de quedar obsoleta. Un ejemplo muy claro de todo esto es lo que pasó con el punk. Una movida que en sus inicios surgió no solo como una representación de la bronca contra las instituciones, el gobierno de Margaret Thatcher y la misma industria del rock, sino también como un espacio donde vivir experiencias condenadas por la norma. A su vez el punk fue el que salvó al rock de quedar obsoleto en los años 70. Nadie lucró tanto con la rebeldía como las discográficas que trabajaron con The Clash, con los Pistols o en EEUU con los Ramones. Sin embargo, no hay que obviar lo hermoso de la contracultura: hacer posible lo impensado, dar refugio a los prófugos de la sociedad, a los criminales, las maricas, las travas, los mal hablados, los fisuras, las lesbianas, los linyeras. Cada contracultura genera valores morales por fuera de la norma. Son espacios donde poder pensar una existencia distinta.

Esto no quiere decir que toda contracultura sea “de izquierdas” o que proponga formas de vivir más tolerantes, abiertas, progresistas o que se yo. Pueden existir contraculturas formadas por lúmpenes que flashean nazismo, aunque sean sudakas y morochos. En las contraculturas también puede haber abusadores, dinámicas violentas, exageradas, puterio e injusticias. No olvidemos que lo único que agrupa a la contracultura es cierta marginalidad muy amplia marcada por una oposición y hartazgo frente a la cultura mainstream. Sin embargo, y esto lo digo como trava zurdita y migrante, mi lugar está ahí, en la contracultura. Es donde me siento más cómoda. Fuck hacer las cosas bien para pegarla, yo quiero portarme mal y crecer tanto que la industria no pueda no darme cabida. Y ahí fijar yo las reglas de juego. Más que pegarla, pegarles. Quiero ir a lugares donde sucedan cosas que me vuelen la cabeza, donde todos me traten en femenino, donde pueda horrorizar, emocionarme, ser atravesada por vivencias colectivas y que esto sea parte de un código común. Mi sueño es crear una lengua secreta, tumbera, que hablemos solo las que nos entendemos marginadas por el proyecto de vida que nos venden al por mayor. Crear complicidad. Pensar que hay otra forma de vida posible. Al menos por unos días, por unas noches, durante un par de acordes, antes de salir a la superficie y volver a ser los mismos de siempre, otra vez.

¿Cómo hacer contracultura? Hay una fórmula muy sencilla: pensar que es lo que no hay, lo que falta en la escena, y hacerlo. ¿Todos hablan de amor? ¿Todas las canciones son felices? Andá y tirate sangre frente a todos diciendo que el mundo es una mierda. Hablá de cuando te abusaron y de cómo te quisieron matar en la calle hace unos meses. ¿Todas las canciones son un bajón? ¿Está de moda ser una víctima y subirse a un escenario llorando? Hacé todo lo contrario, subite al escenario y contá un chiste, reite de los que lloran, decí lo patético que es todo. Si está de moda el indie, hacé todo lo contrario. Si está de moda cantar en inglés y hacer post punk, hacé todo lo contrario. Componé una cumbia, metele guitarras de heavy metal, reite un poco. Si todo es muy profundo, pretencioso y oscuro, hacé música para bailar, con melodías divertidas y letras alegres o irónicas. Todo puede ser contracultural depende de cómo se encare y en qué contexto se haga. El pop también puede ser alternativo. La contracultura es la ruta más marcada por las posiciones. Es ocupar el lugar vacío de lo impensado. Ir en contra y bancarte que te odien. Si sentís algo nunca vas a estar solo, siempre hay otra persona a la que también le parecen patéticos los artistas, el estado actual del mundo y las personas. Vos bardeá, peleate con todos, construí por fuera y tarde o temprano van a llegar los inadaptados, barderos como vos o simples curiosos, queriendo sumarse a tu secta.

Por último están los artistas del medio. Los que hacen algo rupturista pero no tanto. El reducto de contracultura que usa la industria para renovarse y no morir. Suelen salir de los espacios underground con propuestas más moderadas, más digeribles y son los que marcan un cambio de época. Los que llevan lo innovador al público más masivo y los que generan la renovación de las modas y tendencias. Si les va bien se convierten en artistas mainstream pero hasta que eso suceda están en una cuerda floja entre la caída estrepitosa que significa un regreso al under y el éxito. Mientras que el contracultural no tiene nada que perder, el artista emergente puede perderlo todo por pelearse con un productor. Pueden caer en el olvido o llegar a cumplir el sueño de vivir del arte.

A su vez, los artistas emergentes tienen que bancarse que sus opiniones sean cada vez más relevantes. A medida que vas “emergiendo” tenés más gente siguiéndote en redes, más gente viendo tus entrevistas, más gente escuchando qué tenés para decir. Te vas convirtiendo en una figura pública, en una “autoridad” para muchos otros artistas y no artistas. Incluyendo productores y managers. Es por esto que hay artistas emergentes que buscan evitar la polémica o usarla a su favor en contextos específicos que le den cierto rédito. Si abunda la despolitización el artista emergente no habla de política para no perder el apoyo de ciertos productores gorilas o para no perder público. El artista emergente transa más que el contracultural. Aunque eso sí, transando también logra llegar a más personas y construir poder. Eso les da la capacidad de incidir en cómo se arman las reglas de juego del circuito y en los valores morales que imperan en la escena. Incidir un poquito, porque no pertenecen al mainstream ni son ejecutivos de Sony Music. Muchos ni siquiera llegan a cubrir la totalidad de sus ingresos con el caché que cobran en los shows. Por más que los saluden en la calle no tienen un público súper masivo. Sin embargo, politizar el underground y concientizar sobre ciertas problemáticas es más fácil si tenés el apoyo de los artistas emergentes.

Todos los artistas pueden enmarcarse en esta estructura y el que se piense por fuera de todo marco, el que crea que salió de un repollo, es un boludo. Estas categorías sirven para pensar ¿qué tipo de arte querés construir? ¿Qué ruta querés seguir? y también desde dónde jugar las estrategias para sobrevivir al agresivo mundo de productores garcas, músicos egocéntricos, managers merqueros, lugares que te cobran mucho más del 30% y fanáticos un poco mal de la cabeza. Sin embargo ninguna de estas categorías son inmutables. Porque en un sistema las posiciones nunca son aisladas y los tres tipos de artista se necesitan entre sí para funcionar dentro del bioma cultural. El contracultural necesita al mainstream para tener algo desde lo cual marcar una distancia. El artista pegado necesita al emergente porque es el que renueva las modas, que de otra forma morirían. Y el del medio necesita a la contracultura para que esta expanda los límites de lo posible y prepare el terreno para su aceptación. Lo necesita para no quedar “tan rupturista” y ser una opción más viable para revivir cada tanto al zombie de la cultura de masas.

De más está decirlo, entre estas tres rutas hay muchos cruces de calle, caminos ocultos y formas de hacer. Espero que estas categorías te sirvan para pensar tu producción cultural y recuerda que el que haya estructuras no significa que haya fórmulas. Siempre pueden existir proyectos comerciales fracasados, industrias culturales inoperantes, alianzas extrañas, roscas sorprendentes, estancamientos, traiciones, asimilaciones y, cada tanto, milagros de la autogestión. Suerte.