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¿Qué pasa en la Facultad de Psicología UBA?

Entrevista a Alicia Stolkiner sobre proscripciones, despolitización y dogmas.

· Psicoanalisis,Psicología,Política

 

El zoológico facultativo:

La facultad de Psicología UBA funciona como un ecosistema propio. Desde el momento en que ingresé no dejé de escuchar palabras y discursos que, con el tiempo, fueron tomando forma en corrientes y contracorrientes representativas de un paradigma mayor a la facultad en sí. Ya sea el actual debate sobre “psicoanálisis versus ciencia”, o las discusiones sobre el abordaje de la psicología en la salud mental, la discapacidad, el género y demás. Rápidamente comencé a notar una particularidad: slogans, carteles naranjas y un modelo marketinero sobre los debates. Un zoológico de personajes que aparecen y desaparecen en las discusiones como fantasmas, un cementerio animal. Hace años que la facultad viene sufriendo una serie de eventos que podríamos categorizar como persecución política, o un vaciamiento en la diversidad de pensamientos políticos. Miro a mi alrededor y en su mayoría veo gente tomando nota, tomando apuntes sin digerir aquello que se dice, subiendo las escaleras sin leer lo que dicen esos carteles naranjas, sin saber quién dirige la facultad, sin saber interpretar un discurso. Me pregunto cuándo la facultad de psicología pasó a ser tan ortodoxa, tan vacía. Un nombre que resuena en los pasillos: Jorge Biglieri.

 

Jorge Biglieri es el decano de la facultad desde el 2017. Es un referente histórico de la UCR-Franja Morada. Durante el gobierno de De la Rúa trabajó con Lautaro García Batallan, miembro del grupo Sushi, en el Ministerio de Relaciones del Interior. En una nota brillante de Emilia Racciatti para Letra P (referencia 1), se menciona una serie de situaciones aberrantes de su mandato. Fundamentalmente dos situaciones: la proscripción de una lista opositora y la creación del Observatorio de la Psicología Social Aplicada (OPSA) que funciona como una consultora de prensa privada. Decidí hablar con alguien que vivió en primera persona el paradigma actual de la facultad: Alicia Stolkiner, psicóloga y titular histórica de la cátedra de Salud Pública y Salud Mental.

Respecto al OPSA: se supone que es un observatorio dependiente de la UBA para investigar cuestiones de lo social. No se conoce dirección ni número de teléfono, durante la pandemia se dedicó a cuestionar el aislamiento social y preventivo, y tiene una amplia sección de prensa con titulares como: “Inseguridad: 9 de cada 10 argentinos temen ser víctimas de un delito a corto plazo” (La nación). “El 80% de los argentinos admite que empeoró su vida sexual en la cuarentena” (Diario de Cuyo) “Por qué las personas creyentes son más felices” (Para Ti). De esta forma, el OPSA, organismo dependiente de la UBA, funciona como una consultora privada para medios derechistas. Respecto a la credibilidad del organismo, Stolkiner dice:

“Yo básicamente diría que el OPSA es un híbrido que han hecho, porque no es un equipo de investigación, es una especie de consultora. Yo revisé algunas de sus investigaciones y las herramientas que utilizaron al principio de la pandemia tenían serias falencias metodológicas en términos de una investigación. Pareciera que ese estudio respondería más a la necesidad política de apoyar al sector partidario que se oponía al aislamiento social, preventivo y obligatorio-- cuidado colectivo frente a la pandemia de COVID---que a un estudio epidemiológico metodológicamente correcto. Se titulaba “ efectos del aislamiento” cuando en realidad nosotros estábamos en pandemia y había que tener una navaja de Ockham para separar como nexo causal el aislamiento en sí de los efectos psicológicos de la pandemia y la posibilidad de la muerte,como se veía que sucedía en otros países. En él se usaba una herramienta de screening epidemiológico anglosajona desarrollada y probada antes de la pandemia, que consideraba síntomas patológicos la respuesta positiva a preguntas como “ tiene miedo de salir a la calle?” o “Tiene miedo de estar en multitudes”, más aún consideraba síntoma la respuesta afirmativa a la pregunta “Ha pensado en la muerte en las últimas X semanas?” lo cual tiene doble sesgo: el primero era la situación de pandemia, el segundo es que no necesariamente pensar en la muerte es un signo de patología, aún en nuestra cultura negadora es esperable que se piense en la muerte. Cuando busqué la herramienta y vi lo que era pensé en las falacias metodológicas, como si la subjetividad ( o el psiquismo o lo neuropsíquico, si no se usa el término subjetividad) fuera un aparato universal que funciona siempre de la misma manera, o si no quieren usar el término subjetividad. Por cierto la mayoría de estas investigaciones comparten con las encuestas el uso de muestras “incidentales” que no tienen la representatividad probabilística de una muestra aleatoria, esto es un aspecto no menor a la hora de enunciar los resultados, cosa que en general no se respeta. "

Exactamente como explica Stolkiner, las investigaciones del OPSA no son más que encuestas online de dudosa calidad. El problema, además de la credibilidad, es el funcionamiento político que ejerce Biglieri y el OPSA. Biglieri más que un decano es un militante de Franja, como lo fue cuando era estudiante, y su interés no recae en la promoción de la Salud Mental, ni siquiera de la psicología, si no en poner la facultad a disposición de Clarín y La Nación. Durante la pandemia, Biglieri salió de su habitual cueva para opinar sobre el aislamiento, y dio una nota para Clarín en la que decía “en lugar de decir yo te cuido, hay que dar herramientas para cuidarnos solos” (referencias, nro 3)

Stolkiner agrega: “Hay algo más que no sabemos en relación al OPSA: si es una actividad que recibe financiación, ¿qué financiación recibe? ¿Hay articulación entre lo público y lo privado? ¿Quién paga por hacer las encuestas?. Las consultoras son contratadas también ¿para quién trabaja? Porque para entrar en los medios usa el nombre de la UBA y de la Facultad. "

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Facultad de Psicología, UBA.

 

Pero quizás la mayor problemática de Biglieri no sea la cuestión del OPSA, sino un claro intento de censura política dentro de la facultad, con ayuda de la Convergencia académica y el EDI (Franja Morada). La realidad es que la facultad está gobernada por la UCR desde hace más de 30 años. En 2021 se presentó la lista opositora Alternativa Docente, con Stolkiner a la cabeza, acompañada por Débora Tajer, Alejandro Dafgal, Marcelo Persia, entre otros. A través de un movimiento burocrático, se terminó directamente proscribiendo la lista. El fundamento era que no contaban con los ocho titulares adjuntos requeridos por el estatuto, donde los profesores titulares consultos no contaban como verdaderos titulares. Es directamente una cancelación explícita a un grupo de docentes opositores que tienen un enfoque de salud mental popular, disidente, feminista, etc. “Exigirnos que llevemos en nuestra lista a ocho profesores titulares no sólo es una forma de proscribirse, sino que también es un modo de preservar ese sistema perverso que condena a los profesores opositores a la extinción" dijo en su momento Alternativa Docente. La historia se volvió a repetir en 2022, donde Biglieri consiguió su reelección de manera antidemocrática en una sesión del consejo directivo. Pero esto no es todo, luego del problema de los profesores consultos titulares, directamente se le termina negando el cargo de profesoras consultas a Alicia Stolkiner y a Ana María Fernández.

Conversé con Stolkiner sobre esa situación: “La resolución de mi nombramiento como Profesora Consulta y de la renovación del de Ana María Fernandez, todavía está sin resolver. Estaba citada una sesión extraordinaria de Consejo Directivo en diciembre para resolver los pedidos de varios profesores y las renovaciones . Previamente se reunió la comisión que debía analizar los casos y elevar la resolución al Consejo Directivo. Trascendió que en esa resolución se me denegaba el cargo de profesora consulta a mí y se le negaba la renovación a Ana María Fernández. Hubo una reacción en medios académicos y del campo disciplinar con una recolección de firmas de repudio a estas denegatorias que incluyó a decanos/as de otras facultades de psicología que forman parte de AUAPsi (Asociación de Unidades Académicas de Psicología). Finalmente, en esa reunión de Consejo Directivo se aprobó solamente la solicitud de ser Profesor Consulto de un profesor y todo lo demás pasó para este año. O sea que nuestra situación está pendiente.

X: Quedó pendiente en la burocracia

A.S: Exactamente.

X: De todas formas, esto no es una caza de brujas a Jorge Biglieri, es mucho anterior.

A.S: Luego del retorno a la democracia, la que era Carrera de Psicología, se constituyó como Facultad con un decano normalizador, el Lic. Hugo Vezzeti. Su función era “normalizar” la naciente Facultad, debía revisar el plan de estudios y sustanciar los concursos para tener un cuerpo de profesores regulares que permitiera la elección de autoridades por parte de los representantes de profesores, estudiantes y graduados. En 1985 convocó a una comisión tripartita , participativa, para elaborar el nuevo plan de estudios . En ese momento yo era Profesora Adjunta Interina de la Cátedra de Psicohigiene y Salud Mental y como tal participé de ese espacio. En él , Junto con Mirta Videla que era la profesora titular interina de la cátedra, propusimos un área de salud que reemplazaría a la materia que dictábamos. La misma tenía una materia de entrada: Salud Pública y Salud Mental, una anual obligatoria: Psicología Preventiva y unas optativas: Epidemiología, Estrategias de Intervención Comunitaria y Planificación y Programación. Se suponía que serían el departamento de salud, pero la facultad jamás se departamentalizó. En cambios curriculares posteriores, impulsados por Franja Morada, Psicología Preventiva pasó a ser una materia cuatrimestral optativa.

Estos son los antecedentes del plan de estudios vigente y sería bueno recordar que en un momento de retorno a la democracia fue discutido de manera participativa por profesores, graduados y estudiantes. Desearía pensar que cuando ahora se replantea una nueva reformulación del plan de estudios se recuerde que sería conveniente que se aborde de la manera más amplia y participativa, con espacios de debate que trasciendan un Consejo Directivo que tiene hegemonía absoluta de una sola fuerza.

Si bien no siempre la Franja Morada ha dirigido el centro de estudiantes como hoy lo hace, quienes fueran sus militantes en esa época fueron progresivamente ocupando espacios internos institucionales que les garantizaron la hegemonía permanente en la Facultad y el control de la representación de profesores en el Consejo Directivo.

La despolitización de la psicología.
Estas problemáticas son solo síntomas de un sistema mayor. El hecho de que la Franja Morada (que, aunque se quiera poner otro nombre, EDI, no deja de ser eso) dirija hace tanto tiempo, dejó en la facultad una suerte de desgano por los debates de la actualidad. Me pregunto cómo una facultad de psicología, donde debería estar el auge de las discusiones sociales, se parece más a una de ingeniería industrial. Le pregunté esto mismo como disparador a Stolkiner, y tuvimos una conversación sobre el estado de la facultad:

A.S: Primero hay que situar tu pregunta en un contexto mucho más amplio, qué pasa con la universidad como espacio de pensamiento y luego la especificidad de la facultad. Estamos en un momento en que se está produciendo una veloz transformación casi te diría de lo humano, enmarcado en una crisis de la civilización occidental hegemónica, en el marco de una redistribución de la geopolítica mundial, de la aparición de signos catastróficos de la relación de lo humano con la naturaleza, la aceleración de un modelo de tecnologías que modifican también los vínculos y la profundización de la concentración de bienes y recursos. Por lo tanto se revolucionan las instituciones tal como las conocimos y la forma de pensar, transmitir y producir conocimiento. Quizás lo que aparece como “desgano” marca transiciones y discontinuidades, y también alguna modificación –para bien y/o para mal—de los modelos académicos de pensamiento.

La universidad es una institución muy antigua. La universidad de Bolonia, que es la primera universidad, data del siglo XIV. Y Obviamente es una institución en crisis. Boaventura de Sousa Santos en un texto llamado “De la idea de la universidad y la universidad de las ideas”, plantea una triple crisis de la universidad como institución en este momento: crisis de hegemonía, de legitimidad y crisis institucional . Crisis que tienen que ver con tensiones básicamente entre una tendencia a subordinar la institución universitaria a la lógica y las necesidades de los mercados--recordemos que la Organización Mundial de Comercio incluyó la educación como bien transable en los 80-- y la idea de la universidad pública como espacio de democratización de la producción social de conocimiento y de adecuación a políticas globales con enfoque de derechos. Boaventura culmina diciendo que la salida deseable a la crisis de legitimidad, sería que esas actividades que hoy se definen como “de extensión” se profundicen tanto que pasen a ser parte integrante indisoluble de las actividades de investigación y de enseñanza. Y todo esto mientras se revulsiona la producción misma de conocimientos y la producción alterna de discursos.

Por cierto, en la Argentina la universidad tiene una larga historia de haber promovido una temprana democratización de la universidad con la Reforma Universitaria de 1918, que ya contenía además la intención de la gratuidad universitaria que establecida en 1949 . Es un valor de esta sociedad este temprano proceso de democratización, que es reconocido en toda América Latina, y su reconocimiento como derecho a través de la gratuidad.

X: Es interesante que traigas esto porque particularmente el tema de la universidad como un derecho y el orgullo de la universidad pública es un discurso dentro de nuestra facultad muy fuerte de parte del reformismo (EDI)

A.S: A veces los discursos persisten en acciones que no se condicen con ellos. Una de las problemáticas de las instituciones universitarias y de la universidad pública, ha sido una tendencia a la burocratización, y en el caso de la UBA hay una fuerte pregnancia de ciertas corrientes políticas que se transforman en poderes internos de la institución, y la gestionan de una forma que la va esclerosando. En la práctica necesitaríamos una segunda reforma universitaria.

Aquí Stolkiner da en el clavo. El EDI se disfraza de naranja, con stickers, bancos de apuntes y grupos de whatsapp. Pero por detrás articulan para la censura, la persecución y acciones retrógradas. Existe un sector de gente que piensa que cuando vota al EDI está votando algo “apolítico”, en comparación a otras agrupaciones. La realidad es que no hubo una rosca política tan exitosa como la del EDI: escondieron todos sus manejos detrás de buzos y slogans para manejarse por debajo de la mesa con un decano que solo cumple un rol político. No quisiera entrar en batallas de centro de estudiantes que me parecen triviales, pero vale la pena recalcar que mientras uno piensa que no hacen política, están los terribles despidos arbitrarios a profesores de musicoterapia, o un ejemplo mucho menor, el curso de verano solo tiene oferta para cátedras que son manejadas casualmente por investigadores del OPSA. Profesores que son históricos y reconocidos mundialmente son proscritos y perseguidos, relegados a una mala oferta horaria donde se imposibilita cursar con ellos, que el bar de la facultad actualmente está tercerizado y no se conoce el manejo del dinero que recauda. O quizás la más importante ¿por qué no hubo elecciones este año? La despolitización en la facultad es tal, que a nadie pareciera importarle demasiado que las elecciones de centro de estudiantes de este año se hayan “pasado” para el año siguiente en un decreto burocrático. Me pregunto: ¿Como se plantea estudiar psicología, o ejercer psicología posteriormente, personas que se ven ajenas a la política? Y política no en un sentido partidario, sino en un sentido más amplio, de materia de derechos, de comprensión de la vida humana, de construcciones sociales. ¿Como se plantea atender un padecer psíquico sin tener el mínimo interés en el mundo?

 

Por un lado, este desgano en la facultad tiene que ver con un contexto social de ignorancia mayor, pero también es una fuerte campaña premeditada y organizada para despolitizar a los alumnos. Estamos hablando de la formación académica de las personas que van a trabajar en salud mental, de aquellos que deberían estar buscando nuevas formas de articularse. Hay un discurso prevalente en psicología, un discurso muy médico. Lejos quedaron las discusiones sobre desmanicomialización, sobre abordajes populares, y más lejos aún los importantísimos debates que se necesitan dentro de las corrientes psicoanalíticas. Discursos estadounidenses gotean dentro de la facultad, el imperativo de la ciencia, la psicología basada en la evidencia, marcan un anti-intelectualismo, un despoje del psicoanálisis. Por otro lado, los mismos psicoanalistas ortodoxos y dogmáticos que no permiten un abordaje social y disidente sobre la corriente. Stolkiner agrega sobre el tema:

A.S: Contrariamente a lo que se piensa yo creo que en la facultad hay debate político, pero enmascarado, disfrazado de debate teórico de “baja intensidad” . Por ejemplo el flojísimo debate entre ciencia y psicoanálisis, que suele reducirse a un positivismo añejo versus una versión dogmatizada del psicoanálisis. Preponderantemente , y a pesar de algunos docentes, me parece que en la facultad el psicoanálisis adquirió un carácter dogmático. Alguna vez me preguntaron si era posible el psicoanálisis en la universidad y dije que quizás en la universidad era posible, pero que no sabía si lo era en las instituciones psicoanalíticas. Ahora pienso que el problema puede ser la combinación de ambas, o sea la enseñanza del psicoanálisis ligada a las instituciones psicoanalíticas externas produciría una puja corporativa de instituciones que no haría bien al pensamiento y abonaría a la construcción de lo que vos decías “una bajada de línea”, en este caso una bajada de línea psicoanalíticas. El psicoanálisis es una herramienta de pensamiento muy importante, pero esto no significa que no corra el riesgo como cualquier otra corriente de pensamiento de caer en una forma escolástica. El psicoanálisis es una disciplina blanda, toma la forma de lo que lo contiene. En una institución burocratizada y a merced de intereses corporativos, se puede convertir en un dogma.”

La ciencia también puede ser usada de manera dogmática y de manera “versera”. Una cosa es el conocimiento científico y otra cosa es una serie de discursos pseudocientíficos que tratan de presentarse como verdades y suelen estar un poco flojos de fundamentos. Yo no soy una estudiosa en neurociencias, no me dedico a eso, no soy especialista pero jamás he pensado en una disociación mente-cuerpo, y jamás pensé en mi conceptualización, como si he escuchado en la facultad, que hay una enfermedad mental y una enfermedad física. Pero también es cierto que no porque algo tenga el broche de usar discursos o lenguajes de la neurociencia deja de ser una banalidad o una simple noción o un “verso”. Los verdaderos neurocientíficos no andan diciendo generalizaciones del mundo, no andan investigando “el cerebro de las mujeres”, no andan aceptando acríticamente categorías como ADHD y todo lo que se deviene de ello. El conocimiento científico incluye en sí mismo la relatividad de sus resultados. Una investigación reciente publicada en una revista de mucho reconocimiento ha puesto en duda con bastante fundamento la relación entre depresión y serotonina por ejemplo, lo cual se consideraba casi una verdad. Creo que los avances de las neurociencias son importantes, pero tratar de reducir a sus resultados el total de la problemática compleja del sufrimiento psíquico me parece una deriva ideológica que no está a la altura del valor de los conocimientos producidos, sino que los utiliza con fines políticos. Se trata de pensar en articulaciónes interdisciplinarias, rechazando los reduccionismos. Soy grande, los reduccionismos ya los vi todos, también se han cometido desde el psicoanálisis. Pero creo que la facultad de psicología tiene un desafío ahí. Por ej. la psicología en argentina y el pensamiento grupal tienen una tradición importantísima ¿vamos a tirar eso por la borda para recibir cualquier cacharro que nos manden?”

En definitiva, el problema de la facultad de psicología es claro: los dogmas y lo retrogrado de lo institucional. Me pregunto qué camino quiere elegir el estudiantado en estas elecciones, (elecciones imaginarias, porque las reales no existieron, había carteles que decían que eran del 4 al 8 de abril, pero hoy 12 no hubo noticias) por un lado, tenemos los recursos para ser vanguardia en el mundo en materia de salud mental. Tenemos uno de los mayores movimientos feministas del planeta, una tradición psicoanalista estelar, los nuevos aportes de las neurociencias, la posibilidad de adoptar abordajes interdisciplinarios, de repensar las instituciones sociales, tanto como la de la universidad, como otras como el género, la clase, la raza. Tenemos profesores de altísima calidad académica, reconocidos en todo el mundo. Por otro lado, podemos seguir reivindicando 1918. Podemos seguir utilizando los dispositivos retrógrados y burocráticos académicos. Podemos repetir como pájaros discursos ortodoxos y dogmáticos psicoanalíticos, también podemos decir que el psicoanálisis es cosa del pasado y entregarnos a un cognitivismo neoliberal, podemos vestirnos de naranja y llenarnos de stickers de I love psico. ¿Qué vale más?

Quisiera cerrar este articulo con algo que me contó Stolkiner cuando hablamos sobre la articulación universidad-política-psicología: “Yo entré a la universidad el año del Cordobazo, entre lo que pasaba en la universidad y lo que pasaba en el afuera había una intricación muy importante. Si hay un recuerdo que yo tengo de esa época es la intensidad de la producción teórica. Uno salía del teórico discutiendo, nos íbamos a tomar algo y seguíamos discutiendo en términos teóricos. Yo noto que ahora hay una falta de pasión por el conocimiento. Esa pasión por el conocimiento puede que tenga otra forma, otros autores, otra estética, otro lenguaje, pero esa pasión por el conocimiento es probablemente lo más rico que puede dar la articulación entre la política y la universidad. La política no como partidaria, sino como pensar cómo se configura una sociedad y cuál es mi rol como actor en ella”

 

Referencias:

2-Ferreira Julian y Stolkiner Alicia: Psicopatologizar la Cuarentena Rev. Lobo Suelto, 3 de Julio de 2020: http://lobosuelto.com/psicopatologizar-la-cuarentena-alicia-stolkiner-y-julian-ferreyra/